Esta es una cuestión muy debatida.
Cuando se trata de roles femeninos, hay quienes creen que sólo las mujeres que priorizan su profesión o sus estudios son valiosas. Por otro lado, hay quienes sostienen que una mujer que no se dedica enteramente a su familia está desobedeciendo a Dios.
La mejor manera de saber qué roles pueden desempeñar las mujeres es observar cómo se relacionó Jesús con ellas.
En cuanto a la formación académica y teológica, en una época en que las mujeres ni siquiera aprendían a leer, Jesús les enseñó tanto individualmente (Juan 4:19-26), como en pequeños grupos (Lucas 10:38,39) y en grandes multitudes (Mateo 7:28-29), permitiéndoles convertirse en sus discípulos cercanos y viajar con él (Lucas 8:1-3).
En cuanto al trabajo, vemos a Jesús legitimando tanto la generación de ingresos como el trabajo no remunerado dentro del hogar, lo que se evidenció al permitir que su ministerio fuera sostenido por algunas mujeres (Lc 8,1-3) y al utilizar en sus enseñanzas actividades propias del ámbito femenino de la época (Mt 13,33; Lc 15,8-10; Mt 24,41).
La maternidad fue otro papel que Jesús valoró sumamente, hasta el punto que, desde lo alto de la cruz, fijó su mirada en María y se preocupó por ella después de su muerte, pidiendo a Juan que la tratara como si fuera su propia madre (Juan 19, 25-27).
Vemos también a Jesús concediendo relevancia comunitaria y ministerial a las mujeres. Cuando resucitó, le dijo a María Magdalena que contara a otros acerca de su resurrección (Juan 20:11-18), dándole la autoridad de testificar en una época en que a las mujeres no se les permitía testificar y permitiéndole participar activamente en la difusión del evangelio.
¡No hay duda, por tanto, de que Jesús valoró y legitimó el desempeño de la mujer en diferentes roles! Sin embargo, esto no debería justificar el ejercicio desenfrenado de estos roles, ya sea abrazándolos todos a la vez o abrazando intensamente solo uno de ellos todo el tiempo.
Dios también nos permitió desempeñar diferentes roles para que podamos crecer en equilibrio. Y la vida en equilibrio requiere que tomemos decisiones. Por tanto, es momento de detenernos y reflexionar sobre la relevancia de los roles que hemos desempeñado y la motivación que nos impulsa a desempeñarlos. Debemos recordar siempre que fuimos creados para dar gloria a Dios (Isaías 43:7) y este debe ser el objetivo principal de los roles que desempeñamos.
Entonces, siempre tenemos que preguntarnos: ¿Estoy motivado por la identidad que tengo en Cristo, por la singularidad con la que fui creado, o por la comparación, por el deseo de ser mejor que los demás y demostrar que puedo hacer lo que ellos hacen? ¿He elegido roles que dañan mi relación con Dios, mi familia y la iglesia de Cristo? ¿Estoy priorizando la prioridad? Recuerde que los cambios de roles no representan fracasos, sino el reconocimiento de prioridades y la búsqueda de la excelencia y el propósito divino.
Se nos dieron roles para que a través de ellos transmitiéramos vida y reflejáramos la gloria de Dios. Somos únicos, pero somos Cuerpo. Y un cuerpo está vivo cuando cada miembro cumple su papel, consciente de la grandeza de su función, en armonía con el papel que desempeña el otro. ¡Y es en el ejercicio conjunto –por parte de todos nosotros– de los innumerables roles que Dios nos ha dado, cada uno a su manera y sin ejercerlos necesariamente todos, que reflejaremos más precisamente la perfección de Dios!
Como enseña Lucas 8:42-48, independientemente del rol que desempeñemos, cuando lo hagamos buscando dar gloria al Padre, nunca pasaremos desapercibidas ante Jesús, ¡porque somos hijas! ¡Ser hija del Padre Eterno es nuestro papel principal e indispensable!
Priscilla Ferreira
Priscila Francielle Alves Ferreira, sirve en la Iglesia Bautista Bacacheri en Curitiba-PR, con el Ministerio de Parejas, Ministerio de Mujeres y Pequeños Grupos Multiplicadores.